Un escenario siempre esquivo

Hacer un repaso a la historia y comprobar que un equipo todavía no ha podido ganar en el Bernabéu no es una estadística negativa de la que sorprenderse, precisamente. Mucho menos si la trayectoria en la máxima categoría del fútbol español ha sido discontinua y, en los últimos cuarenta y dos años, lo más cercano a la capital ha estado en los enfrentamientos que el conjunto blanquiverde ha disputado ante el filial del Real Madrid.

Por eso, el Córdoba parece hacia el Santiago Bernabéu con la ilusión por las nubes. Es la oportunidad de volver a mostrarse al mundo tras habérselo ganado a pulso la campaña anterior, aunque la presión no puede existir en un vestuario que, desde que se conociera el primer desplazamiento del campeonato, solo ha tenido un mensaje que transmitir al mundo: Solo hay cosas por ganar.

Y es que, estadísticas en mano, el paseo por la Castellana siempre se le ha atragantado al cuadro cordobesista, saliendo derrotado en todos sus desplazamientos. Incluso, goleado en la mayoría de ellas. Salvo en las campañas 62/63 (1-0), 65/66 (2-1) y 68/69 (2-0), los resultados que completan el bis a bis entre cordobesistas y madridistas han sido muy favorables para los de Concha Espina, consiguiendo amplias rentas en los demás compromisos que enfrentaron a ambos en el Santiago Bernabéu.

Así, el repaso se cierra en las temporadas 63/64 (5-2), 64/65 (6-1), 66/67 (3-0), 67/68 (4-0) y, la más reciente, la que tuvo lugar en el curso 71/72 (el último hasta la actualidad), donde los del malogrado Vavá caían 4-1. De ese modo, en el cómputo general, salir escaldado del coliseo blanco ha sido la tónica predominante para el Córdoba, encajando el conjunto blanquiverde veintisiete goles, mientras solo fue capaz de celebrar cinco a su favor.

Así las cosas, y con la ilusión por delante, los de Albert Ferrer tienen ante sí el grandísimo reto de cosechar el primer dato positivo en el Bernabéu. El último gol blanquiverde celebrado en la Castellana fue obra de Cruz Carrascosa, misión que ahora tendrán que repetir los futbolistas que el destino, cuarenta y dos años después, ha elegido para una causa tan complicada como motivadora.