Esto es muy largo

9 de noviembre de 2015 | Atocha-Cercadilla | David Rodríguez

Con motivo del liderato en ciernes, el bueno de Antonio David Jiménez, me preguntaba el otro día en mi sección habitual de los viernes en Onda Deportiva (Onda Cero Córdoba, FM 89,7), si se escuchaba, si sonaba algo, el buen hacer de los de Oltra en la capital.

En una de mis conversaciones de un pasado no muy lejano con el mandamás blanquiverde, señalaba él con muy buen criterio, que en este país sólo interesaba Madrid y Barcelona. Por tanto, de qué se va a hablar en una ciudad a dos semanas vista del partido por antonomasia; el Clásico. Y más ahora, con los culés enchufados y los de Concha Espina en un mar de dudas y con varios frentes abiertos (interna y externamente).

Cordobesismo y primer puesto a 400 kms, es sinónimo de aquella soleada mañana de octubre de 2000, en la que un Atleti pululando por los infiernos de plata, recibía a un sorprendente líder; el Córdoba CF. En el Calderón esperaban los Kiko, Correa, Salva Ballesta, Aguilera… a los Robert, Espejo, Juanito, Rafa Navarro con la vitola de líderes en las alforjas. Pues bien, aquella temporada finalmente no consoló ni a unos ni a otros. Nosotros, diluidos en mitad de la tabla sin pena ni gloria; el Atleti, depresivo, con un palmo de narices viendo cómo los equipos sevillanos y el Tenerife de un tal Rafa Benítez retornaban a Primera.

La situación actual difiere mucho de aquella de hace catorce años. Del inacabable barro de bronce a puestos de acceso a Liga de las Estrellas, competición que se llegó a saborear y sufrir 42 años después del último descenso. Hoy empezamos a ver como algo habitual que el Córdoba luche por un billete a la categoría superior, pero como bien profesaba el “jeque” con gran acierto hace varias semanas, en noviembre no se suele ascender.

Debemos quedarnos con esa máxima… y con la del cholismo (“partido a partido”), porque esto es muy largo. Nos lo podremos empezar a creer cuando se arribe en tierras capitalinas el próximo febrero bisiesto divisando por el retrovisor a los demás. Y, aún así, restará una eternidad para el objetivo, el de hoy, que no el de tres lustros.