Repaso a un año para el Córdoba C.F. (II). Del gran sprint final al chasco de Girona

26 de diciembre de 2016 | Liga 1,2,3 | Toni Cruz

Tras tocar fondo ante el Albacete, el Córdoba se recompuso y se coló en un play-off en el que se quedó a un gol de disputar la ronda final

El sexto chasco seguido en El Arcángel, la mayoría provocados por errores infantiles de concentración en defensa, el 2-3 ante el Albacete, pudo haberle costado el puesto a Oltra, pero la Presidencia le dio una oportunidad más y el valenciano la aprovechó para enderezar de nuevo la nave devolviéndole la confianza a los que hicieron líder al equipo y al sistema que más le convenía. En ese tramo final iba a ser clave la aportación de Carlos Caballero, probablemente el jugador que más sufrió este año tras ese error burocrático que le dejó medio año sin competir. Encomiable su entrega, esfuerzo y sacrificio. Antes del 2-3 ante los manchegos, el conjunto blanquiverde ya había jugado en abril en Tarragona, donde empató a cuatro en un envite que demostró la andonedependencia (coló tres el rumano) y la endeblez defensiva.

El Córdoba era noveno en la jornada 33 y necesitaba sumar de tres en tres a toda mecha. La reacción comenzó en Huesca –siempre fuera de casa– y, a trancas y barrancas, se mantuvo con una mejoría de juego ante Tenerife, Oviedo (aunque se perdiera en el Tartiere y el Córdoba se quedara a la mayor distancia de toda la temporada del play-off: 4 puntos) y Girona.

Pero la derrota ante el Llagostera de la jornada 38, con una segunda parte impropia de un club que busca subir a Primera, dejó el segundo objetivo (el ascenso directo ya era una quimera) pendiente de un milagro… que se consiguió. En esa época se recordaba con natural acritud el cacareado reparto de dividendos (millón y medio de euros que la propiedad planteó llevar a cabo en abril).

En una semana memorable, el Córdoba salvó tres bolas de partido seguidas ante Elche, Mirandés y Mallorca. Frente al Almería, el sufrido empate certificó la llegada a un play-off en el que luego se competiría formidablemente bien para caer con orgullo y honor en Girona en una eliminatoria que comenzó con la ilusión que daban los dos goles de Xisco en apenas doce minutos y que terminó con el rechinar de dientes causado por el penalti no señalado sobre Fidel en Montilivi por el pusilánime Alberola Rojas.