Por imperativo, empate

29 de octubre de 2016 | Liga 1,2,3 | Rafael Cobos

Contracrónica del Córdoba - Valladolid.

Primera parte lamentable

Era difícil que el partido fuese más aburrido que la primera parte de la semana pasada ante el Elche, pero, sorprendentemente, consiguieron superarse. De los primeros 40 minutos no se puede decir prácticamente nada. Lo más entretenido fue, sin duda, ver cómo un chavalillo de unos 3 o 4 años intentaba dar palmadas al ritmo que marcaba el  bombo de Incondicionales. Imagínense el nivel del encuentro. Poco más que rascar.

Final de vértigo

Caro se encargó de activar un poco al personal con una de cal y otra de arena. Empujó, como pudo, un córner botado por Guille con la inestimable ayuda del portero visitante, que aún se estará preguntando qué es lo que hizo. No duró mucho la alegría, pues el lateral se contagió y erró en un despeje, provocando así el empate del Valladolid. Fue tan rápido que no dio tiempo a asimilar ni una cosa ni la otra. Eso sí, los goles no podían haberse marcado de otra manera.

Querer no siempre es poder

Tras el descanso, el Córdoba quiso, pero era algo imposible. Aunque Oltra tiró la casa por la ventana sacando a Piovaccari por Samu, alguien o algo ajeno al partido no estaba dispuesto a desnivelar el resultado. Siguiendo la letra de Enrique Iglesias, cada llegada blanquiverde era contrarrestada por los vallisoletanos. Pues eso, “si me das, yo también te doy”.

Don Guzmán Casaseca

Esta vez había que remontarse un poco más para homenajear a uno de los nuestros; más allá del Gran Canaria. Tocaba rememorar el ascenso a Segunda, cuando se dejaba atrás el infierno de Segunda B. En 2007, el fútbol profesional daba al bienvenida al Córdoba, y Guzmán era uno de los artífices de aquello. Su gol ante el Huesca será imborrable. Sí, también volvió el pitado De Tomás, pero lo pasaremos por alto.

Lo que hace el merchandising

La LFP ha decidido que ya es invierno, contradiciendo a esos aficionados, la mayoría, que acudía a El Arcángel en manga corta. Tocó desempolvar el balón naranja para jugar. Desde aquí, me gustaría dar las gracias a quien corresponda; de no ser por ese balón, no habríamos podido ver con claridad un partido marcado por una densa niebla. ¡Ah, no! Era una lluvia torrencial lo que caía. No, tampoco; era el césped y su manto de nieve lo que dificultaba la práctica de fútbol. El merchandising