El Carranza, fiero pero no tanto

18 de mayo de 2017 | Liga 1,2,3 | Toni Cruz

El campo del Cádiz, uno de los que más ambiente tienen de 2ª, lleva desde marzo sin ver ganar a su equipo. El Córdoba aspira a romper su racha de resultados como visitante

Lo ha comentado Ortuño este jueves a los medios: “tenemos ganas de darle una alegría a la afición, que ya hace mucho que no nos ve ganar”. Sí, concretamente desde que el 12 de marzo viera el 1-0 al Rayo, el cadismo no ha disfrutado plenamente de un encuentro de los suyos. Desde esa fecha han pasado por el recinto con olor a Atlántico el Tenerife (ganó 0-1), el Lugo (1-1), el Levante (1-1) y el Nàstic (0-0).

Al equipo de Álvaro Cervera le gusta dejar que sea el rival el que tome la batuta del juego y –merced a la rapidez de sus hombres de bandas Salvi y Álvaro García y de la pegada de su nueve Ortuño- aprovechar el más mínimo error del rival para matarle al contragolpe.

Una estrategia que le ha permitido perder muy pocos encuentros y ser, de hecho, el tercero mejor como visitante –apenas le superaron en Miranda, Reus, Vallecas, Tarragona, Getafe y Oviedo-, pero que provoca que le cueste asumir el mando de los encuentros cuando tiene que ser protagonista. Ante el Nàstic, por ejemplo, no fue capaz de batir a Manolo Reina ni disponiendo de un penalti a su favor (lo falló Ortuño). Es más, al contragolpe pudo haber perdido el encuentro en un mano a mano que desperdició Jean Luc ante Cifuentes.

¿Qué puede significar esto? Que el Córdoba debe ser consciente el sábado que juega en un campo en el que es muy complicado ganar, pero en absoluto imposible sumar. Que el rival puede tener un punto de ansiedad por los antecedentes si no consigue imponer su juego –es decir: dejar que sea el Córdoba quien maneje- y que si el choque se atasca para ambos, puede tener alguna oportunidad en un contragolpe.

Pero, claro, en Cádiz podrán estar escribiendo en estos mismos instantes que el Córdoba es el peor visitante de 2017. Que de los últimos 24 puntos que ha tenido que pelear lejos de su campo ha conseguido apenas uno y que, claro, a diferencia de los amarillos, que luchan por subir, los blanquiverdes andan agobiados por no descender. Y, claro, tendrían toda la razón del mundo para confiar en que la victoria por fin caiga de su lado.