Árbitro perseguido: ¿Qué idea tenemos de nosotros mismos?

12 de abril de 2016 | Buzón del Internauta | Ángel Andrés Jiménez Bonillo, exárbitro de fútbol

Las imágenes de un árbitro valenciano de Primera Regional perseguido por un numeroso grupo de personas (http://www.abc.es/deportes/futbol/abci-video-intento-agresion-arbitro-averguenza-futbol-valenciano-201604071617_noticia.html) me han provocado un profundo pesar.

La figura del árbitro en muchos partidos de fútbol (y en algunos de otros deportes) no es tratada como lo que es: la máxima autoridad. Es inimaginable que le pase algo parecido a un juez en su sala, y, si ocurriera, los castigos serían mucho más severos, sin duda. De todas formas, no hay necesidad de acudir a esta comparación, pues la dignidad humana, por sí sola, ya debe llevarnos al respeto. De lo contrario, ¿qué idea tenemos del ser humano, de nosotros mismos y de los demás?

Llevo tiempo afirmando que el fútbol es un muestrario de conductas miserables; un bello deporte, muy popular, que podría ayudar con su ejemplo a mejorar el mundo, pero que no deja de asombrarnos por lo negativo. Sin ir más lejos, hace unos días asistimos, en la máxima competición europea de clubes, a una lamentable conducta de fingimiento (http://futbol.as.com/futbol/2016/04/06/champions/1459974239_943981.html) del jugador madridista Marcelo, el cual ni siquiera ha mostrado públicamente su arrepentimiento. En este sentido, quién no recuerda famosos goles obtenidos con ayuda voluntaria de la mano (Maradona contra Inglaterra, Messi contra el Espanyol, Henry contra Irlanda, Agüero contra el Recreativo de Huelva...), y celebrados luego con orgullo y sin vergüenza. ¡Y todo sin castigo por parte de los comités de competición!

Lo que se desprende de todo esto es una idea terrible del ser humano, una idea "hobbesiana" (ya saben: "el hombre es un lobo para el hombre"), una idea de confrontación permanente, de no respeto por el otro ni por uno mismo.

Me rebelo contra esta idea. Considero que los humanos albergamos luz dentro de nosotros, la luz de los valores, y debemos hacer que brille. Creo en el ser humano y creo en el fútbol como un medio (uno entre muchos, entre infinitos) para elevarnos, para ofrecer nuestra mejor versión.

El fútbol tiene que cambiar y lo hará. El mundo tiene que cambiar y lo hará, es decir, lo haremos. Y creo que hay mucha gente de fútbol deseando aportar algo a ese gran cambio (del balompié y del mundo) que la razón y el corazón nos demandan.